- Hay estudios que demuestran que las personas felices y optimistas viven hasta 10 años más
- Cuando las personas optimistas no consiguen su objetivo, no se sienten peor
El mundo está lleno de personas felices y de personas no felices. La ciencia ha demostrado en miles de estudios que el primer grupo tiene más ventajas que el segundo.
Las personas felices tienen mejores relaciones sociales y más abundantes, además de sentirse más satisfechas con ellas. Suelen tener mejor salud y ser más cooperativas y altruistas, como indican Lyubomirsky, King y Diener. También suelen divorciarse menos que las personas no felices. Además, cuando se trata de trabajo, suelen pensar más en grande.
La felicidad va asociada al optimismo. La neurocientífica Tali Sharot, una de las mayores expertas en optimismo del mundo, afirma que las personas tendemos a ser optimistas por naturaleza y que los optimistas son más felices. Además, cuando las personas optimistas no consiguen su objetivo, no se sienten peor. Piensan que a la siguiente vez estarán más cerca de meta y que lo harán mejor.
A la hora de cuidarse, las personas felices y optimistas suelen ponerle más foco. De media, hacen más acciones saludables que las personas infelices y pesimistas, como cuidar su alimentación, hacer ejercicio físico y dormir las horas que tocan.
Hay investigaciones que corroboran que la felicidad y el optimismo conducen a tener un sistema inmunitario mejor preparado para defenderse. Además también se ha visto relación con la longevidad. Tienden a vivir más las personas felices y optimistas. En un famoso estudio de 180 monjas de la escuela de Notre Dame, se vio que aquellas que eran positivas, optimistas y felices a la edad de 20 vivían casi 10 años más que las monjas que eran más negativas o neutrales.
Y de las personas infelices e insatisfechas se ha visto que viven más aquellas que se sienten mal de una forma constante. En cambio, las que tienen altas dosis de variabilidad tienden a vivir menos. Estudios como el del científico Boehm y su equipo en 2015 vieron que las personas más insatisfechas y con alta variabilidad (su nivel de satisfacción variaba mucho) era más probable que murieran antes.