Sin estrés estás muerto; con mucho estrés, también

  • Los estudios indican que las mujeres experimentan estrés de manera más aguda que los hombres
  • La depresión relacionada con el estrés crónico es una de las causas más habituales de invalidez en el mundo.

Descubre:

¿Qué es el estrés?

¿Qué factores causan estrés?

¿Qué pasa cuando tienes estrés?

¿Qué puedes hacer para reducir el estrés?

La vida sin estrés no es posible. Hace ya unos cuantos años la investigadora en bioquímica y fisiología, Mónica de la Fuente, afirmó que el estrés es necesario y que la vida es un estrés. Si eliminamos el estrés, nos morimos. Lo que es ‘bueno’ es tener pequeños estreses que te prepararen para las experiencias de la vida, para poder gestionar una situación puntual de alto estrés con las mejores garantías.

Es importante estudiar cómo reacciona nuestra mente y nuestro cuerpo a las experiencias estresantes. Dos personas pueden vivir lo mismo y reaccionar de forma muy distinta al estrés. El estrés suele ser el resultado entre las demandas (lo que necesitamos dar) y los recursos que tenemos para afrontar esas demandas como el tiempo, la energía, la confianza, el control o la motivación. Cuantos más recursos tenemos más probable es que respondamos bien a esa situación estresante.

4 factores que tienen que ocurrir para que se cree un estrés

Se ha demostrado que hay 4 factores que tienen las situaciones estresantes y que cuantos más se den, más alto será el estrés. Además no es necesario que estén presentes los 4 factores.

-Imprevisibilidad

Tenemos que vivir una situación inesperada, que no podamos anticipar, que nos ‘pille desprovistos’.

-Novedad

Tiene que ser un suceso nuevo e inesperado

-Falta de control

Tenemos que sentir que no podemos hacer nada para gestionar esa situación o que podemos hacer muy poco, que tenemos muy poco control sobre esas circunstancias

-Amenaza o desafío

Debemos vivir esa experiencia como una amenaza o desafío para nosotros, como un ataque real o simbólico (que nos cuestionen lo que valemos, por ejemplo).

Cuando se dan uno o varios de estos factores, aparece la respuesta de estrés.

Qué pasa cuando tienes estrés

Los estudios indican que las mujeres experimentan estrés de manera más aguda que los hombres y son más susceptibles de padecer los efectos fisiológicos del estrés crónico.

El estrés modifica la manera en que las neuronas del cerebro se comunican entre ellas así que un estrés crónico puede conseguir que tengamos un comportamiento adaptado a un estado de alerta.

“El primer paso en la respuesta al estrés es la percepción de un factor estresante. Cuando una situación se percibe como una amenaza, el cerebro recluta varios circuitos neuronales para mantener la integridad fisiológica incluso en las condiciones más adversas”, afirma Ulrich-Lai y Herman.

Hay factores de estrés físicos como tener una infección o factores de estrés psicológicos como una amenaza externa o la posibilidad de que te despidan de tu trabajo. Tal y como indica Skoluda, “mientras que los factores estresantes que son predominantemente físicamente exigentes tienen más probabilidades de evocar respuestas de estrés autónomo, los estresores psicológicos provocan respuestas de estrés tanto físicas como cognitivas”

Cuando tienes estrés tu cuerpo aumenta la producción de las hormonas del estrés, la adrenalina y el cortisol. La adrenalina, entre otras funciones, aumenta el bombeo de sangre para que tus músculos y tu cerebro reciban más energía. Los vasos sanguíneos se expanden. Pero el cortisol inhibe el efecto positivo de la adrenalina y ‘tensa’ los vasos sanguíneos, además de hacer que respondamos más lentamente a nivel psicológico, entre otros. Esto empeora nuestro desempeño.

Cuando estamos estresados vivimos en una constante vigilancia de nuestro entorno, que hace que nuestra salud física y mental empeore. Si vivimos de manera habitual estas situaciones estresantes tenemos más riesgo de padecer enfermedades cardíacas y otras patologías como depresión, ansiedad o trastorno de estrés postraumático. La depresión relacionada con el estrés crónico es una de las causas más habituales de invalidez en el mundo.

La primera fase del estrés es cuando éste se cronifica. Lo podemos notar principalmente en el cuerpo, con dificultades como el dolor de estómago o dificultades para dormir. A partir de aquí, entramos en el segunda fase, cuando el cerebro buscará formar de compensar ese estrés con ‘premios’ como bebida, comida o alguna sustancia adictiva.

Cuando el cerebro se acostumbre a esos premios, estos ya no serán suficientes para intentar compensar el estrés. En la tercera fase es cuando enfermas (sientes que estás ‘quemado/a’, estás deprimido/a, etc). y cuando las personas de tu entorno perciben cambios en tu personalidad. La persona ‘estresada’ está irritable y reacciona negativamente a las situaciones cuotidianas como responder mal a su pareja o gritarle a un amigo.

Qué puedes hacer para reducir el estrés

Podernos adaptar al mundo cambiante y desafiante actual es vital para nuestro éxito y felicidad. No obstante, muchas veces vivimos situaciones estresantes prolongadas (o incluso que forman parte de nuestros hábitos y de nuestra filosofía de vida) y anticipamos desenlaces negativos para experiencias futuras que hacen aumentar nuestra ansiedad y nuestro estrés.

Tu cuerpo no está diseñado para que estés sentado/a durante horas delante de un ordenador o en el sofá. Es importante que tengamos una buena calidad de sueño, cuidemos nuestro cuerpo con una alimentación adecuada y ejercicio, ya que esto ayudará a gestionar los niveles de estrés y a estar mejor preparados para los desafíos. Actividades que te hagan disfrutar como bailar, cuidar de un jardín o pintar te ayudarán a reducir también el estrés. Ejercicios de respiración que te hagan tomar consciencia de cómo entra y sale el aire por tu nariz, que te hagan respirar de forma abdominal, más consciente y lentamente, te ayudarán mucho a disminuir los niveles de estrés.

Sin estrés no podemos vivir; significaría que estás muerto/a y con mucho estrés vas a enfermar. Así que presta atención a cómo te sientes y gestiona bien esos estreses ‘buenos’ para que tengas equilibrio en tu vida.